Aparte de su gran legado musical ,
debemos a Richard Wagner (1813-1883) la aparición de una nueva concepción en
cuanto a la construcción de teatros.Sus ideales reformistas musicales fueron
más allá que los de todos sus predecesores;para él,la síntesis de todas las
artes en un todo absoluto se encontraba en la ópera.La ópera es considerada
como una “obra de arte total” , en la que se sintetizan las artes
poéticas,visuales,musicales y escénicas.Todos éstos ideales musicales los
plasmó en toda una serie de obras teóricas y ensayos escritos durante su etapa
de exilio político en Zurich;y fueron llevados a la práctica en su colosal
“Tetralogía”.
Wagner se encontraba a sí mismo tan completo como
artista, que se vio capaz de diseñar incluso su propio teatro. Ya no sólo
piensa en todos y cada uno de los aspectos de sus óperas, sino que, además,
crea el teatro donde estas óperas tienen que representarse. Como Luis II de
Baviera aceptaba prácticamente todo lo que él quería, Wagner se atrevió a hacer
construir un teatro donde, con aquella “modestia” que le caracterizaba,
solamente pudieran representarse obras suyas.
Para poder llevar a la práctica sus
postulados teóricos , Wagner necesitaba un espacio físico adecuado y diseñado
por él a la medida de su obra,lo que se haría realidad con la construcción del
teatro de Bayreuth.
Bayreuth es una
ciudad de Franconia,
en el estado de Baviera
y está situada a orillas del río Meno,
en el este de Alemania.
Richard
Wagner vivió en Bayreuth desde 1872 hasta 1882. Su casa, Wahnfried,
se construyó en la ciudad gracias al patrocinio del rey Luis II de Baviera y se ha convertido en un
museo wagneriano posteriormente. En la zona norte de la ciudad se encuentra el Bayreuth Festspielhaus, el teatro de
la ópera construido especialmente para representar las obras de Wagner.Las
obras que se representan en el Festival reciben el nombre de Canon
de Bayreuth.
Convencido de que su música era
tributaria de un interés excepcional por parte del pueblo alemán, buscaba una
ciudad en la que construir su teatro, con ayuda del rey Luis II de Baviera, por
supuesto.El marco ideal lo encontró en esta ciudad, no muy grande pero
suficientemente cercana de los grandes núcleos de población para que fuera
accesible para el público. Wagner quería un teatro democrático, en el que no
hubieran zonas de privilegio para nadie La sala del teatro es un patio de butacas inclinado y
en forma de herradura, a la manera del teatro griego, con el objeto de que
nadie tenga una posición mejor que la de nadie. Sin embargo, sí que hay dos o
tres palcos,porque cuando el rey, que era quien lo había financiado todo,
informó de que asistiría al estreno del teatro, Wagner creyó excesivo hacerlo
sentar en una butaca al lado de un espectador cualquiera, y mandó construir
algún pequeño palco para el rey y para un reducidísimo séquito. Aun así, estos
dos o tres palcos no tienen una situación privilegiada, porque, como el teatro
estaba pensado sin contar con ellos, son más bien pequeños y no están
precisamente en la mejor situación.
Es verdad que Wagner cuando ideó el funcionamiento de
este teatro, tuvo algunas ideas que jamás pudieron llevarse a cabo, sin embargo
hubo otras que no solamente se llevaron a término, sino que hoy en día están
comúnmente aceptadas y se ponen en práctica en todos los teatros de ópera del
mundo, porque, además, han favorecido mucho al espectáculo. Para empezar,
Wagner quería que su teatro fuese de madera para ser coherente con la idea que
ya hemos comentado de teatro democrático.Por lo tanto, Wagner buscó un lugar,
en Alemania, donde hubiera un teatro de madera que le permitiera ver sus
características principales, o incluso que pudiera ser aprovechado para la
noble causa.
Y descubrió que en Bayreuth había uno, un pequeño
teatro precioso, de madera, que todavía existe de estilo rococó, de manera que
Wagner tomó el tren y fue a verlo. Pero una vez allí, enseguida se dio cuenta
de que aquel teatrillo no le serviría para nada. Es un teatro construido en
1748 por la Margravina Guillermina de Bayreuth, que era hermana de Federico II
de Prusia, y que contiene un palco real impresionante, con una corona inmensa
encima, además de otros muchos pequeños palcos y palquitos rodeándolo. Por eso
y por algunas otras razones Wagner descartó enseguida ese teatro para su
proyecto.
Pero el alcalde de Bayreuth, que era un tipo listo,
pensó: “Me interesa que este individuo se quede aquí”, y le propuso: “Comprendo
que a usted no le interesa este teatrito, pero, si quiere, yo estoy dispuesto a
cederle unos terrenos en aquella colina de allí y, además, le daré esos otros
terrenitos para que pueda usted construirse una casa para Ud. y su familia”.
Wagner, naturalmente, lo aceptó de la forma más natural porque “sabía que el
mundo existía para servirlo a él, al genio más grande que la música había
creado”. Pero no lo aceptó únicamente por el regalo, sino también porque el
emplazamiento de Bayreuth le gustaba mucho. Bayreuth, estando relativamente
cerca de Múnich, no quedaba lejos de Berlín, y eso le hizo pensar que, si construía
su teatro cerca de Prusia, tal vez el káiser se interesaría también por el
proyecto.
Cuando la gente entró por primera vez en la sala de
Bayreuth, se dieron cuenta enseguida de que en ese teatro había una serie de
novedades importantes. La primera de ellas ya la hemos comentado: no había pisos
elevados, y prácticamente tampoco había palcos, excepto los dos o tres que se
construyeron para el rey. ¿De qué más se dio cuenta el primer público de
Bayreuth? Se dieron cuenta de que no solamente el teatro era de madera, sino
que lo eran también, y de madera dura, todas las sillas de la sala. Con el
agravante de incomodidad que significa que, además, esas sillas no tienen
reposabrazos. Esto es de lo más molesto e incómodo, porque” El crepúsculo de
los dioses”, por ejemplo, dura cinco horas… sin saber dónde apoyar los brazos.
A parte de esta incomodidad, hasta hace pocos años las
butacas eran únicamente de madera,ahora ya no, ahora han puesto unos cojines
pequeñísimos en el asiento, que sirven de poco, pero que alivian algo la dureza
de la madera. El respaldo continúa clavándose inmisericordemente en la espalda
de todo el mundo, no vaya a ser que poniendo otro cojín se pasaran de comodidad
y traicionaran la voluntad, claramente expresada por Wagner, de que su teatro fuera
incómodo. Pero ¿por qué quería eso? Para que la gente no se durmiera.
Hay que tener en cuenta que, por lo general, sus
óperas eran larguísimas pero, sobre todo, que otra de las grandes novedades que
Wagner impuso en su teatro fue que, durante el espectáculo, las luces de la
sala se apagaran. Wagner exigió que se hiciera eso, que hoy se ha generalizado,
pero que en aquel momento no se hacía en ningún teatro, para que la gente no
pudiera distraerse. Apagando las luces de la sala, el público solamente podía
mirar hacia el escenario, que era lo que estaba iluminado, y, por lo tanto,
tenía que olvidarse de quién estaba y quién no estaba en la sala, de cómo iba
vestida la gente, y de superficialidades de este tipo. Pero claro, con las
luces apagadas, el riesgo de que el público se durmiera era mucho mayor, y por
eso el teatro tenía que ser incómodo.
Para evitar que la mirada del espectador pudiera
perderse entre los músicos de la orquesta, Wagner introduce también otra
innovación: obliga a soterrar la orquesta del modo que hoy en día conocemos.
Hasta entonces, la orquesta estaba situada aproximadamente al mismo nivel que
las primeras butacas de platea, pero Wagner dice que eso se acabó,de ahí en
adelante, y teniendo en cuenta que el sonido sube, la orquesta se oirá
perfectamente, pero no se verá, porque tocará soterrada en un foso. Ninguna
distracción. Ninguna posibilidad de mirar a ninguna parte que no sea el
escenario.
El foso de la orquesta de Bayreuth, es pues, único en
el mundo, pues está ubicado debajo del proscenio y de buena parte del escenario
y oculto a los ojos del público. Había dos razones acerca del porqué de esta
ubicación:
- Un foso de orquesta abierto a la sala como tiene el común de los
teatros de ópera del mundo distrae la atención de la gente.
- La música que sale del foso de la orquesta en un teatro con foso
abierto a la sala, obra como una especie de cortina sonora que afecta la
percepción clara de las voces que están en el escenario y, las más de las
veces, amortigua o directamente las tapa.
Con este tipo de foso Wagner solucionó ambos
problemas. El foso de la orquesta del teatro de la “verde colina”, localiza la
música instrumental en ese espacio que se prolonga misteriosamente por debajo
del escenario y mediante le concha bota el sonido al fondo del escenario en
donde se mezcla con las voces de los cantantes
El piso descendiente del foso, dividido en generosos
escalones donde se ubican los músicos, es lo suficientemente ancho y profundo
como para albergar la potente orquesta wagneriana. Los instrumentos de cuerda y
las maderas vienen primero, luego los metales y finalmente abajo la percusión.
Esto crea una especie de efecto “estratificado” para los diferentes registros
de la orquesta.
Una abertura que se extiende por todo el frente del
escenario y que posee un discreto ancho que va desde el borde del proscenio
hasta el límite entre el foso y la platea, materializado por una pantalla
acústica, permite escapar los sonidos de la orquesta. Esa pantalla acústica
tiene la función de enviar los sonidos instrumentales hacia el escenario para
que allí, luego de mezclarse con las voces, recién penetren en la sala y el
público tenga una percepción completa de la música instrumental y vocal unidas
como una sola cosa, permitiendo a los cantantes no desgañitarse para competir
con la orquesta wagneriana. (En otros teatros esto no es posible y muchos
cantantes han destrozado sus voces interpretando a Wagner en esos escenarios)
El director, ubicado en el escalón más alto, es el
único de los ocupantes de este sitio capaz de poder ver, hacia abajo, la
orquesta, y hacia arriba, la escena. Este “abismo místico”, como lo llamaba
Wagner, que separa la “realidad” (la sala) del mundo que se presenta en la
escena, permanece totalmente fuera de la vista del público. En Bayreuth no se
ve la cabeza agitada del director y sólo asoma el tímido resplandor de las
luces de los atriles de los músicos, los cuales tampoco afinan sus instrumentos
allí sino en una sala aparte. Ese acostumbrado momento previo, común a todos
los teatros de ópera, en que escuchamos escalas, pasajes de la obra que se
ejecutará y algún que otro discreto timbal, también distrae y desconcentra al
público.
Wagner, además, quería evitar a toda costa que la gente
fuera al teatro a relacionarse, en lugar de ir a ver una obra de arte y, por
ese motivo, elimina también los pasillos de la platea, característica que, tras
una reforma que se hizo posteriormente, aún quedó más remarcada. Así pues, hoy
en día, se entra en la sala de Bayreuth y se está obligado a acceder a la
localidad desde una punta del teatro o desde la otra, pero en medio no hay
ningún pasillo. Como se puede imaginar, esto hace que el acceso a la butaca sea
muy incómodo, porque para llegar al asiento treinta y tres se tiene que obligar
a levantarse a las treinta y dos personas que se sientan antes que uno. Por
eso, en Bayreuth, existe la costumbre de no sentarse hasta que ha llegado todo
el mundo, para evitar el tener que levantarte continuamente. Y la salida es
igual de dificultosa porque, obvia mente, una vez que se ha conseguido llegar
al sitio, aunque sólo sea para evitar la vergüenza de incomodar de nuevo a esas
treinta y dos personas, ya nadie se mueve.
El festival tiene lugar en verano y
el público debe soportar el calor que se acumula en el recinto a base de
abanicos, ya que, lógicamente, no hay aire acondicionado ni climatización
alguna. En verano, en Bayreuth hace un calor absolutamente asfixiante, porque no
ponen en marcha el aire acondicionado bajo ningún concepto para preservar la
voz de los cantantes, por el ruido, porque antes no se hacía, por la tradición,
porque son alemanes…El caso es que no lo utilizan y lo que a veces hacen, como
una gran concesión, es regar el techo del teatro con agua durante el descanso.
Si a esto se aumenta el hecho de que los hombres visten smoking y las mujeres
vestidos largos las cosas se ponen peores.
Tal vez si no fuera por la música que allí se oye, toda de Wagner por supuesto, no tendría tanta aceptación. Pero desde 1876 cuando se inauguró no ha dejado de contar con innumerables seguidores. Conseguir una localidad para el famoso festival de Bayreuth puede suponer años de insistencia hasta que venga concedida, y son nominales. . No se puede dar la entrada a otra persona, porque en la puerta pueden pedir perfectamente un carnet o una tarjeta de identificación que certifique que se es el titular de aquella localidad.
También es el escenario más deseado por todos los cantantes que se dediquen al repertorio del compositor alemán, ya que actuar en Bayreuth significa un reconocimiento mundial de su capacidad para hacer frente a un repertorio tan exigente como maravilloso. Cuenta con una orquesta y coro propios, seleccionado de entre los mejores músicos del mundo especializados en Wagner.
INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE:
http://caminodemusica.com/opera/bayreuth-el-teatro-de-wagner
http://www.desdemitrinchera.com/2012/01/17/el-teatro-de-bayreuth-y-su-festival-wagneriano/
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