sábado, 30 de abril de 2016

LA RELACIÓN DE JEAN B. LULLY Y LUIS XIV: COMENTARIO DE LA PELICULA "LE ROI DANSE"




Hace poco me he encontrado con una película que ilustra de forma bastante aproximada cómo fue la relación entre Lully y Luis XIV. Se trata del film “Le Roi Danse”, de Gérard Corbiau, mismo director que unos años antes dirigiera “Farinelli”. Estrenada en 2001, ésta producción franco-belga, que en España fue titulada “La pasión del rey”, obtuvo tres nominaciones a los premios César de ese año, el equivalente francés a los Oscars.

Os dejo ahora una guía sobre el film, extraída del excelente artículo que sobre la película hace Angel Riego Cue en un artículo de Filomúsica del año 2002.

En “Le Roi danse”, el director  cuenta de forma aceptablemente novelada, la "relación especial" que existió entre el Rey Sol, Luis XIV de Francia, su compositor Jean-Baptiste Lully y la gloria de las letras francesas, Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière.

La película está narrada en "flash-back", comenzando la acción  con el famoso episodio de la vida de Lully más recordado hoy: su propia muerte, originada al clavarse en un pie el bastón que utilizaba para dirigir la orquesta.Lully  aguarda con su orquesta la llegada del Rey para interpretar un "Te Deum", pero el Rey se retrasa y el músico comete la osadía de empezar sin la presencia real, pues piensa que no vendrá. Ahí se originará el famoso accidente,  a Lully lo llevarán herido en el pie hasta su casa, y se hablará de amputación para cortar la gangrena, a lo que él se opone. Aparte de músico, Lully era un excelente bailarín…perder una pierna era algo inconcebible para él. En medio de los espasmos del dolor, Lully se consuela recordando tiempos más felices del pasado.

Lo que recuerda es a su amigo el Rey Luis cuando tenía sólo catorce años, y ya era oficialmente Rey de Francia, pero en la práctica los asuntos de Estado quedaban en manos de su madre, Ana de Austria (viuda del difunto Luis XIII) y de su primer ministro, el cardenal Mazarino. El joven Luis sólo se dedica a la danza, en espectáculos de ballet en los que era el protagonista absoluto: cuando hace su entrada en el escenario, se dice que "el Sol ha salido". Aquí el film ilustra acerca de la costumbre de la realeza francesa de realizar los aires y ballets de la corte, unas representaciones
muy populares en las que participaban el rey, los nobles y el pueblo. Eran representaciones con danzas, coros y recitativos, muy aparatosas con decorado y vestuario. Solían ser de tema mitológico o satírico.


Lully, de origen italiano pero que vive en Francia desde niño, se encuentra con el desprecio de los músicos autóctonos frente al "intruso". Según le dicen, "...los italianos sabrán de ópera, pero la danza es cosa de los franceses...", y en Francia es lo más importante para complacer al Soberano, pues "el Rey baila pero no canta". Lully, por otro lado, es íntimo del joven Rey, ambos son "uña y carne", y el músico se permite tomarse confianzas con su Soberano tales como hacerle esperar antes de recibirle, lo que es aceptado por Luis con buen humor. Cuando Lully le trae unos zapatos más altos y dorados, con los que asegura que la danza de Luis despertará aún más la admiración de quienes le contemplen, le expresa su deseo de tener la nacionalidad francesa, a lo que Luis contesta que eso lo podrá lograr cuando reine "de verdad".

En 1661, teniendo Luis 22 años y Lully 29, muere el cardenal Mazarino, y Luis decide asumir directamente el gobierno de Francia sin delegar la tarea en un primer ministro, a lo que su madre se opone, afirmando que no sabe nada de los asuntos del Estado. En su primer gesto autoritario como gobernante, Luis excluye a su madre de las reuniones del Consejo, y excluye también al príncipe Conti, antaño un libertino y hoy un ferviente devoto de la religión, que pertenece a la facción de la reina madre. Lully se ha hecho ahora el amo de la música francesa; el siguiente espectáculo de danza que se represente en palacio ya habrá sido compuesto y dirigido por Lully.

Pero su situación depende de la salud del Rey. Si el Rey muriera, Lully lo perdería todo. De hecho, el Rey enferma de fiebres tras caerse al fango mientras visitaba los terrenos donde pensaba edificar su Palacio de Versalles, que debería ser la sensación del mundo. Se llega a temer por su vida, y recibe la extremaunción; pero su fiel Lully se planta con sus músicos ante la puerta de su habitación (no le dejan pasar dentro) y desde allí hace música, que consigue unos resultados milagrosos: el Rey se restablece, las fiebres le han pasado.

Para correr en ayuda de su Rey, Lully ha tenido que abandonar a su mujer, Madeleine, mientras daba a luz a su propio hijo. En realidad ella había sido la amante de otro hombre, Robert Cambert, antiguo músico de la corte desplazado de su puesto por Lully. Fue voluntad del Rey que ella se casara con Lully, aunque puede decirse que Madeleine sigue amando a Cambert (mucho mayor que ella).
Lully, además de las mujeres, gusta también de los hombres. La relajación de costumbres de los favoritos del Rey es notable, su comediógrafo , el famoso Molière, se ha casado con la hija de una antigua amante suya, por lo que las malas lenguas dicen que ha tomado por esposa a su propia hija.
Estas costumbres desagradan al sector de los devotos, que se agrupan en torno a la reina madre. Para combatirlos, y dado que cuenta con la protección real, Molière escribirá su “Tartufo”. El escándalo con que la obra es recibida en el sector de los devotos es notable, primero se ponen a rezar el rosario en plena función como "desagravio" y luego, a una señal de la reina madre, abandonan la representación. Ante la amenaza de una revuelta, el Rey decide, muy a su pesar, prohibir que se represente .

     Pero la camarilla de los "devotos" (entre ellos el propio Cambert ) los tiene a ambos en su punto de mira; cuando muera el hijo de Molière, aún en la cuna, será fácil interpretarlo como un castigo divino; por otro lado, Lully es espiado hasta tener pruebas de sus costumbres sodomitas, y un día se despierta en un charco de sangre al lado del cadáver de un bello paje al que había besado poco antes, que tiene el cuello cortado. Todo esto llega al Rey, que no tiene más remedio que acabar exigiendo a Lully que cambie de costumbres y dé ejemplo de fidelidad a su mujer, pues "...El superintendente de música de Francia no puede comportarse como un rufián...". Cuando Lully le conteste: "...Creía que éramos amigos...", la respuesta de Luis será "...Yo no tengo amigos...".

     Mientras esta conversación tiene lugar, agoniza la reina madre, Ana de Austria, a los 65 años de edad (1666). Para intentar salvarle la vida, los médicos le han cortado el pecho "hasta el hueso", pero todo es inútil, pues el tumor está muy extendido. En su lecho de muerte, Ana quiere que su hijo le prometa que se enmendará, a lo que él contesta que nunca promete aquello que no pueda cumplir. Cuando ella muere, la música de sus honras fúnebres estará dirigida por Lully.
En 1670, Luis tiene ya 32 años, la Naturaleza no perdona, y ya no posee la agilidad de antaño en el baile. En un espectáculo presentado en lo que parece un Versalles a medio construir, está a punto de caerse al suelo. En lo sucesivo, dejará de bailar y los artistas de la Corte deberán pensar en otras formas de complacer al Soberano. Así, Molière escribe "El Burgués Gentilhombre", a la que Lully colabora poniendo música, pero el primero es el que se lleva todo el mérito ante el Rey, lo que origina la envidia del segundo, reducido al papel de un simple bufón en la obra.

      Molière le propone una nueva forma artística, la ópera, que combine lo más elevado de las otras artes, algo que supere todo lo que han venido haciendo. Lully inicialmente rechaza la idea ("la ópera es un género bastardo, italiano, sólo es canto; la danza, eso es lo francés") pero no tardará en cambiar de opinión al ver el éxito obtenido en 1671 por la primera ópera en francés, “Pomone” del mismo Robert Cambert .
    Lully tomará las riendas a su manera, presentándose ante el Rey y exigiéndole nada menos que el monopolio de la presentación de nuevas óperas en los teatros de Su Majestad. Consigue convencer al soberano  y se le otorga el monopolio. Lully irá a proclamar su triunfo ante Molière, privándole de sus músicos (pues toda obra que no sea de Lully no puede pasar de 2 músicos y 2 cantantes) e incluso las obras que escribieron en colaboración, por privilegio real, pertenecen ahora en exclusiva a Monsieur de Lully. Molière, ya muy enfermo, se refugiará en la creación de su última obra, “El enfermo imaginario”, muriendo poco después (1673).

    Comienza, pues, el éxito de Lully como compositor de óperas (cantadas asimismo por Julie, que ha pasado al servicio de Lully al igual que los músicos de Cambert han sido "confiscados"). El día de 1687 en que murió Lully, en un Palacio de Versalles ya terminado, y funcionando en todo su esplendor, el único comentario de Su Majestad será: "...¿No vamos a tener música esta noche?...".


    Los actores elegidos cumplen suficientemente con sus papeles, dentro de este concepto de la obra; así, en Boris Terral se ha buscado un Lully joven, impetuoso, que nos recuerda al Riccardo Broschi que interpretaba Enrico Lo Verso en Farinelli. Benoît Magimel hace un impecable Luis XIV adulto, y a Molière lo interpreta el actor turco Tchéky Karyo, un nombre habitual en el cine francés, del que pueden citarse sus intervenciones en El Oso de Annaud o Nostradamus de Roger Christian, esta última en el papel "titular". Pero el verdadero protagonismo de la película no corresponde a los actores, sino a la fotografía de Gérard Simon, a la dirección artística de Stephan Rubens y Ludo Volers y, por supuesto, a la música.
 
     La música utilizada en la película corresponde en su mayor parte, como parece obvio, al propio Jean-Baptiste Lully, y en muchos casos es la que realmente sonaba en cada ocasión, interpretada con instrumentos de la época (es decir, lo que oímos se parecerá bastante, hasta donde sabemos, a lo que realmente se escuchó). La grabación de la banda sonora se encomendó a uno de los conjuntos de música barroca más prestigiosos del mundo, los casi míticos Musica Antiqua Köln dirigidos por Reinhard Goebel. El disco de la banda sonora (editado por Deutsche Grammophon) no corresponde exactamente a lo que suena en la película, pues hay piezas que no suenan en el film pero sí en el CD, y viceversa, incluso algunas que aparecen en ambos no suenan igual: por ejemplo, la música que toca Lully a la puerta del enfermo Luis XIV en el disco suena "normal", interpretada lo mejor posible, mientras que en la película refleja las especiales circunstancias en que fue tocada, con menos preocupación por lo técnico y un "tempo" bastante más lento.
   Entre las piezas incluidas en el disco y que también suenen en la película, podemos destacar en primer lugar la sinfonía del “Te Deum” que dirigió Lully en el concierto que le costó la vida, que se escucha en su exacto momento histórico; luego, un tema recurrente que aparece dos veces, como representado el estado febril de Lully por complacer a su Rey y su frustración por no conseguirlo, no es otro que el célebre de “Les Folies d'Espagne”, una melodía esta de la "Folía" sobre la que casi todo autor barroco hizo alguna variación. En la película la escuchamos en dos momentos de la acción: cuando Lully corre a hacer música junto a su Rey enfermo, pues si muere, el músico lo pierde todo, y luego cuando se emborracha y "baila con la botella", desesperado porque el Soberano ya no puede bailar y prefiere las comedias de Molière a la música de Lully.


   La danza que ejecuta el Rey mientras su madre agoniza, y en la que se queja que "...los planetas están demasiado cerca del Sol y no le dejan brillar..." (los "Planetas" son los otros cortesanos que bailan a su alrededor) es el Pasacalle de “Armide”. De esa misma ópera (aún no compuesta por entonces, pues es de la etapa siguiente del músico), el Preludio del acto II es la música que suena cuando Luis se va a la guerra con el acompañamiento de sus músicos y pintores de corte.
   El último baile del Rey, cuando está a punto de caerse ante el público, pues la edad ya no perdona, pertenece a “Los Amantes Magníficos”, precisamente el que la historia nos señala como el último ballet que Lully escribió para el Rey, y más concretamente el número titulado "Entrada de Apolo".

  Una vez terminada la era del Ballet Real, escuchamos dos números del “Burgués Gentilhombre" de Lully-Molière en el día de su estreno: la "Giourdina" y la "Marcha para la ceremonia de los turcos".

   La gran virtud de una película como “La pasión del Rey” es presentarnos la cultura como algo vivo, ver a personajes que están en los libros de historia como gentes próximas a nosotros, con parecidas inquietudes, sin la retórica habitual de tantas películas históricas. El espectador puede así sentirse identificado con lo que ve en la pantalla, y descubrir el fascinante mundo del Gran Siglo francés de Lully y de Molière. Por contra, puede reprocharse a la película estar dirigida a un público más culto del habitual (algo que parece habitual en el cine francés) o un exceso de "floritura verbal" en las conversaciones acerca de arte entre Lully y Molière. Un film que parece mostrarnos que las monarquías de la época tenían algunos rasgos que las hacían más interesantes que las de ahora  y que en tiempos del Rey Sol, Lully y Molière se vivió una verdadera Edad de Oro.




Fuente :Angel Riego Cue. Revista mensual de publicación en internet "Filomúsica", n.27 abril de 2002. 
 


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