La figura del
polifonista villenense Ambrosio Cotes siempre ha estado envuelta en alguna
polémica; incluso muchos años después de su muerte, y hasta nuestros días, ha
sido motivo de controversia, entre otras cosas por el lugar de su nacimiento o
por su nombre.
Ya en 1888, el
belga Var der Straeten, en su obra “Les
musiciens neerlandais en Espagne…”
basándose en que el nombre y apellido le suenan a extranjero, le da una
procedencia flamenca.
Por otro lado, el célebre músico e
investigador Francisco Asenjo Barbieri, en un artículo publicado en el “Diario Mercantil de Valencia” el 31 de
Marzo de 1864, refiriéndose a los célebres versos del “Auto del Hijo Pródigo”
de Lope de Vega que dicen al final: “…Isasi
vive por la tecla insigne, y en la
música, Riscos, Lobo y COTES…” asegura categóricamente que el apellido
Cotes es un error de imprenta y que en realidad es “Comes” – por Juan Bautista Comes- otro gran compositor que él cree nacido en 1568.
En realidad había nacido en Valencia el año 1582. Cuando Lope escribe sus
versos en 1604 –ya fallecido Cotes- tenía tan sólo 22 años y se hallaba de
Cantor en Lérida, prácticamente desconocido. Sin embargo, en dicho artículo
nombra a un tal Manuel Cotes, cita por otro lado que copia casi literalmente de
lo que dice Baltasar Saldoni en su “
Diccionario Biográfico-Bibliográfico de Efemérides de Músicos Españoles”,
que en el tomo IV dice textualmente: “…Cotes,
Manuel: distinguido compositor de música teatral a principios del siglo XVII,
citado por Lope de Vega en los versos del “Auto del Hijo Pródigo”.
Como vemos
casi todos los datos coinciden con nuestro compositor salvo el nombre que
Saldoni cambia por Manuel y el que compone “música
teatral”, dato este muy posible pero que hasta la fecha no ha sido
demostrado. En fin, si tenemos que hacer caso a Barbieri, Ambrosio Cotes no
existió jamás.
Otro autor que
le hace poco favor a nuestro compositor es el compositor y musicólogo catalán
Felipe Pedrell, que copia lo que dice Straeten sin molestarse en aclarar
nada al respecto, y añade, para
confundir más todavía que: “…Existe un
Manuel Cotes, compositor de música teatral, mencionado por Lope de Vega … era
hombre de costumbres muy censurables, por no decir cosa peor” . Todo esto lo dice basándose en el expediente
de Cotes que se guarda en Simancas – que no conoce sino indirectamente- añade
sobre el mismo: es un verdadero proceso,
que no se recomienda por lo poco edificante”, y continúa con una serie de “lindezas” por el estilo para acabar
diciendo que es “…hombre de pelo en
pecho, de malas costumbres y levantisco”.
A los autores nombrados se unen : Soriano
Fuentes, Sánchez Pedroso, ó Ruiz de Lihory, que en realidad no hacen más que
copiar de los anteriores sin detenerse siquiera a comprobar la autenticidad de
sus opiniones.
Como hemos
visto hasta aquí, Ambrosio Cotes siempre ha sido motivo de equívocos, errores o
simplemente mala intención por parte de algunos escritores o críticos. También
hay que decir que el propio Cotes pudo, en algún momento, ayudar a este estado
de cosas con sus actuaciones. Un ejemplo
lo tenemos cuando se hace cargo de la Capilla de la Catedral de Valencia y durante toda su estancia
en esta capital, que se le atribuye como primer apellido un “Coronado” que no existió jamás en su
árbol genealógico, pero que él de alguna manera consiente, con lo que se añade
otro dato erróneo a su biografía que crea nuevas dudas.
Pero tienen
que transcurrir casi cuatrocientos años desde que muriera para que un paisano
suyo, por una feliz intuición, viniera a poner las cosas en claro, despejando
definitivamente errores y mentiras y lo colocara en el sitio de honor que por
méritos propios le corresponde entre los grandes músicos españoles.
En 1960 José
María Soler, realizando un trabajo sobre el Palacio Municipal descubre que
entre los que firman la escritura de venta de la casa de los Beneficiados de
Santiago, figura la de uno que llama poderosamente su atención, si tenemos en
cuenta que los dichos beneficiados, según los estatutos dados a la misma por su
fundador Sancho de Medina, tienen que ser naturales de Villena. La firma en
concreto es la de Ambrosio Cotes, que por aquellas fechas, año 1576, ya es el
Maestro de Capilla de la iglesia de Santiago.
A la natural
sorpresa y curiosidad de Soler, que sigue investigando sobre el tema, se une lo
que el Presbítero Joaquín Piedra junto a José Climent, Canónigo y Maestro de
Capilla de la Catedral
de Valencia, además de eminente Compositor y Musicólogo, dicen de Cotes en un
trabajo que les han premiado en los Juegos Florales organizados por “Lo Rat
Penat” de Valencia en 1967 titulado “
Ambrosio Coronado de Cotes”. Tras un somero repaso a la estancia de Cotes
en la Catedral Valentina
como su Maestro de Capilla, tomando como fuentes los libros capitulares, hacen
un análisis detallado de alguna de las obras que allí deja. Piedra y Climent,
también casi de forma casual y sin estar muy seguros, suponen que Cotes es de
Villena llegando a esta deducción porque cuando éste pide su jubilación –
aduciendo mala salud- dice que quiere retirarse “… al pueblo de Villena donde pretende vivir con sosiego al servicio de
Nuestro Señor” Ante las dudas que se
les plantean, en otro momento del artículo dicen: “… Por lo tanto, en la medida de lo posible, exhortamos a los
estudiosos y amantes de Villena que exploren sus archivos en busca de algún
documento que acredite la veracidad
de nuestras suposiciones”.
Y ahí estaba
Soler, el estudioso, el amante de su pueblo, haciendo caso a su intuición
primera y espoleado, quizás por las palabras de Climent y Piedra, quién con la
meticulosidad que le caracterizaba, después de una intensa labor de
investigación en archivos y bibliotecas nacionales e internacionales, publica
en la Revista Villena
de 1968 un interesante trabajo sobre Cotes, convirtiéndose poco después en la
interesante monografía titulada “ El
polifonista Villenense Ambrosio Cotes”.
En ambos
trabajos José María Soler, despeja, sin dejar lugar a ninguna duda, el sitio de
su nacimiento; analiza minuciosamente el célebre proceso a que se vio sometido
en Granada promovido por las envidias de sus mediocres compañeros, aunque – todo hay que decirlo, parece ser que
en algunos puntos del mismo sí tenían cierta razón sus detractores- aportando
Soler a cada uno de los cargos, las declaraciones que a favor de nuestro
compositor hicieron ciertas personalidades de la época. También, y por primera
vez, en esta obra figura la transcripción a la notación moderna de todas las
obras de Cotes rescatadas por José María en los archivos catedralicios de
Granada y Valencia y del Colegio del Patriarca, con lo que ello supone para la
difusión de la música de Cotes. Para este apartado Soler contó con la valiosa
colaboración del compositor villenense Luis Hernández Navarro.
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